lunes, 19 de julio de 2010

Mi carta a los Senadores





Honorable Senador:








Hace unos días, el 24 de Junio, nada menos que la Corte Europea de Derechos Humanos con sede en Estraburgo acaba de sentenciar que el matrimonio hombre-mujer no viola ningún derecho humano. Mientras aquí se nos quiere llevar a los empujones allá ya están de vuelta.






Acudo a los Griegos antiguos, que de homosexualidad la sabían larga, sobre la clara diferencia entre lo que es la unión de un hombre y una mujer y la unión entre dos personas del mismo sexo:






"Entonces, si se verificaba la unión del hombre y la mujer, el fruto de la misma eran los hijos; y si el varón se unía al varón,la saciedad de los sentidos los separaba bien pronto y los restituía a sus trabajos y demás cuidados de la vida" (Aristofanes en diálogo sobre erotismo y sexualidad con Eriximaco, citados en "El Banquete" de Platón, aprox. año 380 a.c.)










Cuando vamos a una librería y pedimos una "birome negra" el empleado entiende la simplificación y nos entrega una birome de "tinta negra", no importa el color exterior. Cuando se dice que el matrimonio (el verdadero, hombre y mujer) sirve a la procreación también simplificamos pero el activismo pro "matrimonio" gay se hace el zonzo, lo toma al pie de la letra y nos pontifica que hay matrimonios sin hijos y que no hace falta casarse para tener hijos. En realidad la fórmula definitoria correcta del matrimonio (sin simplificaciones para oportunistas e ideólogos anifamilia) es: Institución creada para ser el cauce ordenado de la productividad biológica de los sexos opuestos, establecer la paternidad masculina cierta y dar el mejor marco para el nacimiento, manutención y socialización de los niños.






Ante la objeción de supuesta incongruencia respecto a que hay matrimonios estériles, solo cabe replicar que no es posible investigar ni comprobar la esterilidad de una unión hombre-mujer antes que se casen (y no me estoy refiriendo sólo al supuesto de parejas que no quieren tener relaciones sexuales prematrimoniales) ni fijar límites precisos de esterilidad en función de la edad avanzada (ni en mujeres ni en hombres) y por otra parte, no tendría ningún sentido "prohibir" tales matrimonios porque resultan un marco excelente para -a través del instituto de la adopción- dar una filiación paliativa a niños húerfanos.






Los DNI tienen forma de libreta porque necesitan hojas en blanco para llenar con los eventos electorales. La libreta de familia también requiere hojas en blanco para llenar con los nacimientos de hijos. Si el matrimonio no tuviera que ver con la procreación no existiría la libreta de familia. Los "matrimonios" gay deberían dejar la libreta de "familia" en blanco, salvo que recurran al experimento innecesario de adoptar niños (innecesario porque no hay faltante de aspirantes a padres adoptivos) o -lo que en realidad sucederá si se aprueba el proyecto de diputados y que queda medio escondido en la agitación mediática del tema- la mayoría de los "matrimonios" de igual sexo preferirán crear huérfanos de padre o de madre, mediante pater-maternizaciones fraudulentas con el alquiler de vientres o inseminaciones anónimas, alterando así la verdadera filiación de tales niños a cambio de mantener la ficción de una imposible "familización" de la homosexualidad. Esto es lo que está sucediendo en todos los países que aprobaron el "matrimonio" homosexual, donde las pretensiones del homosexualismo político no se detienen allí sino que avanzan hacia establecer la "normalización" de la homosexualidad en las escuelas, para enseñar aún a niños de primaria novedosas funciones de algún órgano y declarar caduca la realidad biológica de la reproducción, el sexo responsable, la familia como cauce y los valores de la solidaridad intergeneracional que ésta establece. Los padres son acusados de "homofobia" y sustraídos de la educación de sus hijos si pretenden otro enfoque educativo al respecto.






Las ventajas jurídicas que gozan los cónyuges verdaeros (hombre y mujer), contracara de sus amplios deberes, se explican por la diversidad de sexos y no por ninguna homofobia o afán discriminatorio del legislador (la ganancialidad, derivada de las cargas de la mujer para el cuidado de los hijos y la dificultad de trabajar, las pensiones por viudedad, por igual motivo, el régimen de herencia para los hijos, no para el cónyuge, el que solo es considerado como un hijo más y solo respecto a los bienes propios del otro cónyuge, etc. etc.)






Las parejas convivientes del mismo sexo conforman una realidad claramente distinta que puede tener regulación en algunos aspectos, si hubiera afán imitativo del matrimonio, como la que rige en Francia a través de los Pactos Civiles de Solidaridad, pero que netamente excluyen la "familización" de la homosexualidad, porque ninguna tercera persona se genera de la unión de dos personas del mismo sexo.






Por lo tanto una regulación de parejas del mismo sexo no debería incluir la autorización directa o implícita para las pater-maternizaciones fradulentas que algunas parejas homosexuales realizan (tampoco las que puedan realizar heterosexuales obviamente) a través del alquiler de vientres (por gays) o de inseminaciones anónimas de gametos masculinos por lesbianas, conductas que implican lisa y llanamente -sin eufemismos que valgan- la creación de huérfanos (huérfanos de padre o huérfanos de madre) y la supresión de la identidad de los niños así generados.






Tampoco debería contemplar la posibilidad -al margen de las buenas intenciones- que parejas homosexuales adopten en conjunto porque la adopción es un Instituto para dar una filiación paliativa a niños huérfanos, dandoles el padre y la madre que no tuvieron o perdieron, siguiendo el pacífico principio jurídico "adoptio naturae imitatur" (la adopción sigue la naturaleza) considerando siempre como prioritario el interés del menor y es de público y notorio que no hay faltantes de aspirantes a padres adoptivos, por lo que ninguna necesidad aconseja tal tipo de adopciones, siquiera por vía excepcional.






Tras los alegatos y hasta las presiones ultravictimistas inconvincentes -porque la sociedad argentina es esencialmente abierta y tolerante con las manifestaciones homoeróticas- se suele invocar -con alguna efectividad superficial, debo reconocer- que "el "matrimonio" entre personas del mismo sexo no hace mal a nadie, que los matrimonios tradicionales seguirán existiendo, que a nadie se obliga a casarse con una persona del mismo sexo", etc. etc.






En realidad, el daño social es inmenso. El "matrimonio" entre personas de igual sexo se quiere introducir como una moneda falsa (se usa como estandarte de demolición de supuestos baluartes discriminatorios, pero cabe recordar que hasta hace no más de 20 años -cuando no existía el divorcio-repudio- los colectivos homosexuales a nivel nacional y mundial consideraban al matrimonio como una Institución "opresiva y patriarcal"), y que como toda moneda falsa desvaloriza la verdadera y, además, siguiendo la Ley de Gresham, es la que más circula, o sea el "matrimonio" entre personas del mismo sexo será el rasero para nivelar hacia abajo el concepto de matrimonio. De institución fundamental para dar cauce ordenado a la productividad biológica de los sexos opuestos pasará a ser considerada una mera sociedad de socorros mutuos entre adultos, con menos requisitos y contenido que los que tiene una SRL.






Esconde -tras consignas falsamente antidiscriminatorias- un no confesado programa maximalista de centros ideológicos de derribo del "heterosexismo" y la familia (del que participan heteros y homos indistintamente y no todos los homos) que incluye como paso principal lograr un "matrimonio" desvinculado totalmente de la filiación, la comunicación de la nueva vida y la solidaridad intergeneracional.






Quedo a su entera disposición para cualquier aclaración,ampliación o dato que estime yo pueda aportar como ciudadano común interesado en la correcta estructuración del matrimonio y la familia, que sea conveniente para arribar a la mejor solución legal en la cuestión de las parejas estables convivientes del mismo sexo.






Saludo a Ud. muy atte






Ernesto Ricardo Lamuedra






Abogado